El Último Adiós a Francisco: Una Multitud Abraza su Legado de Misericordia
- Canal Vida
- 26 abr
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El mundo despidió hoy al Papa en una ceremonia histórica y conmovedora. Bajo un cielo despejado en Roma, miles de corazones latieron al unísono para honrar al Pontífice que transformó el rostro de la Iglesia. Su funeral unió a reyes, presidentes, refugiados y marginados en un último gesto de amor al pastor que vivió y murió con "olor a oveja".

El 26 de abril amaneció sereno en la Ciudad del Vaticano. Bajo la luz limpia de la primavera romana, la plaza San Pedro se convirtió en un mar de fe y emoción. Allí, frente al altar adornado con el ícono de la Salus Populi Romani, comenzaba el último capítulo terrenal de Jorge Mario Bergoglio.
El cardenal Giovanni Battista Re, decano del Colegio Cardenalicio, presidió la misa exequial ante más de 250.000 fieles. En su homilía, pintó con palabras la imagen de un Francisco humilde, cercano, y ardiente de amor por los últimos.
“Su última imagen, que quedará en nuestros corazones, es la de aquel Domingo de Pascua, cuando, a pesar de su fragilidad extrema, nos regaló su última bendición”, proclamó Re, mientras una emocionada multitud rompía en aplausos.

EL PAPA DE LA MISERICORDIA, ABRAZADO POR SU PUEBLO
La ceremonia oficiada por Battista Re, fue un retrato fiel de su pontificado: humildad, esperanza y cercanía. "Fue un Papa entre el pueblo, con un corazón abierto a todos", resumió ante una multitud embargada de emoción.
Su última imagen, impartiendo la bendición de Pascua desde el balcón de San Pedro, fue recordada entre lágrimas. "Siguó sirviendo hasta el último latido de su corazón", dijo el purpurado.

UN PAPA QUE CAMINÓ CON LOS OLVIDADOS
En el corazón de su homilía, el cardenal destacó que Francisco fue el Papa del Evangelio de la Misericordia, el de "las puertas abiertas", el Pastor que abrazó a los migrantes, a los pobres, a los descartados.
Recordó su primer viaje a Lampedusa, su visita arriesgada a Irak en 2021, y su incansable misión de tender puentes donde otros alzaban muros:
“A pesar de su sufrimiento final, Francisco recorrió el camino del servicio hasta su último suspiro, siguiendo las huellas del Buen Pastor que da la vida por sus ovejas”, afirmó.

EL PUEBLO DE DIOS: UN SOLO LAMENTO
Desde las primeras horas de la madrugada, los peregrinos comenzaron a llenar la Vía de la Conciliación. Entre ellos, sintecho, inmigrantes, refugiados y niños sostenían flores blancas. La Iglesia de los pobres, que Francisco había soñado, era hoy protagonista de su despedida.
Las delegaciones de más de 160 países, junto a líderes cristianos, musulmanes, judíos, budistas e hindúes, formaron un mosaico de unidad. Jefes de Estado como Javier Milei (Argentina), Donald Trump (Estados Unidos), Emmanuel Macron (Francia) y Luiz Inácio Lula da Silva (Brasil) compartieron la plaza con los descartados y seis presos de Rebibbia, sentados en las primeras filas por expreso deseo del Papa. "Una Iglesia para todos", como Francisco predicó hasta el último día.
Al paso del féretro, que fue llevado en un papamóvil blanco adaptado, se alzaron pancartas que decían: "Gracias, Papa Francisco."

¡UNA CIUDAD ENTERA DE RODILLAS!
Roma entera se convirtió en un templo. Cada calle, cada ventana, cada esquina vibraba con oraciones y silencios sagrados. Más de 10.000 agentes de seguridad protegieron una ceremonia donde la fe fue el único escudo.
Cuando el féretro blanco avanzó por la Vía de la Conciliación, las manos se alzaron y los aplausos rompieron el silencio.

Cuando el cortejo pasó frente al Coliseo, los aplausos se mezclaron con las lágrimas.
UNA IGLESIA DE PUERTAS ABIERTAS, UN PAPA DE BRAZOS EXTENDIDOS
El cardenal Re recordó que Francisco fue el Papa de "la Iglesia como hospital de campaña", que se inclinó sobre cada herida humana sin mirar credos ni condiciones. Un pontífice que "construyó puentes, no muros", que denunció la "cultura del descarte" y que elevó la fraternidad humana a la categoría de urgente.
Su Evangelii Gaudium, su Laudato Si' y su Fratelli Tutti serán faros en la noche para la humanidad herida.

EL ÚLTIMO MENSAJE DE DESPEDIDA: LA EMOTIVA HOMILÍA DEL CARDENAL GIOVANNI BATTISTA RE
El purpurado Battista Re despidió con palabras conmovedoras al Santo Padre. Su homilía, intensa y cargada de amor, retrató con maestría la vida, la entrega y el legado de quien fuera el “Pastor de la Misericordia”.
🔹 “Estamos reunidos con el corazón triste, pero sostenidos por la fe”, proclamó Re, evocando la certeza de que la existencia humana no termina en la tumba, sino que se abre a la vida eterna.
🔹 Con respeto y gratitud, rindió homenaje al Papa que “tocó mentes y corazones” en todo el mundo, recordando su última imagen: la bendición en Pascua, desde el balcón de la basílica, a pesar de su extrema fragilidad.

🔹 Destacó su vida como un camino de entrega total, siguiendo las huellas de Cristo Buen Pastor: “Eligió dar su vida por sus ovejas, hasta el último día”.
🔹 Recordó la fuerza simbólica del nombre "Francisco", elegido en 2013 como programa y estilo de vida: ser un Papa en medio del pueblo, con “el corazón abierto a todos”, atento a los pobres, a los marginados y a los cambios que el Espíritu Santo inspiraba en la Iglesia.
🔹 Re evocó su espíritu incansable de misericordia: “Dios no se cansa de perdonarnos: Él perdona siempre”, repitiendo una de las frases más emblemáticas de Francisco.
🔹 En un mundo herido por guerras, exclusiones y odios, el Papa Francisco alzó su voz incansable por la paz, la fraternidad, la ecología integral y la dignidad humana, insistiendo siempre en “construir puentes y no muros”.
🔹 Conmovido, Re cerró su homilía pidiendo a Francisco, ya desde el Cielo, que siga bendiciendo al mundo entero, como lo hizo una última vez desde el balcón de San Pedro: “Querido Papa Francisco, ahora reza por nosotros”.
La voz del cardenal, quebrada por la emoción, resumió el sentimiento de millones: un adiós humano y divino a quien fue padre, hermano y amigo de toda la humanidad.

MISERICORDIA: SU ÚLTIMA BANDERA
"Dios no se cansa de perdonar". Francisco lo repitió incansablemente y hoy esas palabras resonaron como eco eterno en San Pedro.
Su "cultura del encuentro" fue su última revolución pacífica en un mundo desgarrado. En cada gesto, en cada palabra, en cada silencioso abrazo a un marginado, Francisco selló el rostro misericordioso de una Iglesia que camina con su pueblo.
UN ADIÓS BAÑADO EN LÁGRIMAS
Tras la misa, mientras se entonaba el canto final, el féretro fue alzado sobre los hombros de los sediarios y comenzó su último viaje: de San Pedro hacia la Basílica de Santa María la Mayor.

LA SEPULTURA DEL HOMBRE QUE OLÍA A OVEJA
En la basílica de Santa María la Mayor, Francisco descansó donde su corazón pertenecía: junto a la Virgen que veneró 126 veces como Papa. Su sepulcro, de piedra de Liguria, lleva apenas una palabra: Franciscus.
El rito final fue sencillo pero cargado de eternidad. Cuatro salmos resonaron en latín. El Regina Coeli se elevó como un himno de esperanza. Los sellos del cardenal camarlengo y del Capítulo Liberiano sellaron el féretro para siempre.
En el último gesto, el notario leyó el acta de inhumación. Luego, el cardenal Re, quebrado por la emoción, rezó:
"Querido Papa Francisco, bendice a la Iglesia, bendice a Roma, bendice al mundo."

FRANCISCO: EL SUEÑO QUE NO MUERE
Su testamento espiritual lo había dicho claro: "Confío mi alma a la Madre de Dios. Quiero reposar bajo su mirada."
Hoy, Roma no enterró a un simple Pontífice, selló en su corazón el legado de un hombre que no temió abrazar las heridas del mundo. Un pastor que, como Pedro, amó a su pueblo hasta el extremo.
El mundo llora, sí. Pero también canta. Porque Francisco no murió: su sueño sigue vivo en cada gesto de misericordia, en cada puente tendido, en cada corazón que se atreva a amar sin medida.
Hoy, en Santa María la Mayor, bajo el susurro de las plegarias, late la certeza de que Francisco no se fue: él camina, como siempre, junto a los últimos.
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