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Foto del escritorCanal Vida

De los “33 días” a la beatificación

El “Papa de la sonrisa” un paso más cerca de la canonización.
 

En una solemne ceremonia bajo una lluvia torrencial, Francisco beatificó este domingo por la mañana a Juan Pablo I ante un nutrido grupo de personas que se congregaron en la plaza San Pedro.


Albino Luciani, el pontífice de la sonrisa, que logró transmitir la bondad del Señor —según indicó Jorge Bergoglio en su alocución—, quedó a una fase más de la canonización. El aguacero no desanimó a los presentes que elevaron sus plegarias luego que el vicario de Cristo ofició el rito de aprobación.



LA DUREZA DE SEGUIR AL SEÑOR

Guiado por las palabras del Evangelio, el Obispo de Roma señaló que seguir a Cristo no es sencillo ni fácil, implica comprometerse y transitar un camino lleno de dificultades, tal como lo hizo Juan Pablo I que aseguraba que “el que no carga con su cruz, el que no renuncia a todo lo que posee no puede ser su discípulo”.



 
 


SEGUIR AL SEÑOR ES CARGAR LA CRUZ

Francisco manifestó que seguir al Señor “no significa entrar en una corte o participar en un desfile triunfal, y tampoco recibir un seguro de vida”, sino cargar la cruz, “tomar como Él las propias cargas y las de los demás, hacer de la vida un don, gastarla imitando el amor generoso y misericordioso”, es mirarlo a Él más que a nosotros mismos.


Entrega de una reliquia de Juan Pablo I: un manuscrito sobre la catequesis que debía brindar en la audiencia pública.


El Santo Padre señaló que es necesario amar “aunque cueste la cruz del sacrificio, del silencio, de la incomprensión y de la soledad, aunque nos pongan trabas y seamos perseguidos”. Inclinarse ante la cruz y que te puncen sus espinas, como decía Juan Pablo I. Un amor extremo, agregó Francisco, “con todas sus espinas”, sin esperar una vida tranquila o una “fe al agua de rosas”, sino arriesgarse y no dejar las cosas a medias.


“Por miedo a perdernos dejamos las cosas incompletas: las relaciones, el trabajo, las responsabilidades que se nos encomiendan, los sueños, y también la fe. Y entonces acabamos por vivir a medias, sin dar nunca el paso decisivo, sin despegar, sin apostar todo por el bien, sin comprometernos verdaderamente por los demás. Jesús nos pide esto: vive el Evangelio y vivirás la vida, no a medias sino hasta el extremo. Sin concesiones", manifestó.



ENTREGADO AL SEÑOR

El Papa no sólo constató que el nuevo beato vivió con una entrega al Señor, “con la alegría del Evangelio, sin concesiones, amando hasta el extremo”, sino que “encarnó la pobreza del discípulo, que no implica sólo desprenderse de los bienes materiales, sino sobre todo vencer la tentación de poner el propio ‘yo’ en el centro y buscar la propia gloria, sino que “siguiendo el ejemplo de Jesús, fue un pastor apacible y humilde".




LA CHICA DEL MILAGRO QUE NO PUDO ESTAR

Francisco aprobó el año pasado la atribución de un milagro a la intercesión de Juan Pablo I, la recuperación en 2011 de una niña de 11 años de edad que estaba enferma de gravedad en Buenos Aires.


Candela Giarda (izq.) junto al sacerdote (centro) que le dijo a su mamá, Roxana Sosa (der.) que le pida a Juan Pablo I por su hija enferma.


Candela Giarda, ya una joven, dijo la semana pasada en una conferencia de prensa en el Vaticano a través de videoconferencia que le habría gustado asistir a la ceremonia, pero no podía porque se había fracturado un pie haciendo ejercicio en un gimnasio.


Momento de la beatificación.



EL ROSTRO DE LA BONDAD

La sonrisa fue una característica distintiva de Luciani, la que logró transmitir paz, espiritualidad y “la bondad del Señor”, afirmó el Pontífice.


“Es hermosa una Iglesia con el rostro alegre, sereno y sonriente, una Iglesia que nunca cierra las puertas, que no endurece los corazones, que no se queja ni alberga resentimientos, que no está enfadada ni es impaciente, que no se presenta de modo áspero ni sufre por la nostalgia del pasado cayendo en el ‘indietreismo’. Roguemos a este padre y hermano nuestro, pidámosle que nos obtenga ‘la sonrisa del alma’, esa transparente, que no engaña, la sonrisa del alma. Pidamos, con sus palabras, aquello que él mismo solía pedir: «Señor, tómame como soy, con mis defectos, con mis faltas, pero hazme como tú me deseas»”, subrayó.




PAPADO SENCILLO

En su breve pontificado, que concluyó con el hallazgo de su cuerpo en su dormitorio del Palacio Apostólico, Juan Pablo I estableció una forma sencilla y directa de comunicarse con los fieles en sus menajes, un cambio de estilo considerado como revolucionario dada la rigidez de la jerarquía eclesiástica.


Los postuladores recalcaron su profunda espiritualidad y sus incansable énfasis en virtudes cristianas clave como la fe, la esperanza y la caridad.



PAZ EN EL MUNDO

El Papa Francisco oficia el Ángelus.


Concluida la beatificación de Juan Pablo I el Papa Francisco invitó a mirar a la Virgen María “para que obtenga el don de la paz en todo el mundo, especialmente en la martirizada Ucrania” y para que “nos ayude a seguir el ejemplo y la santidad de vida de Albino Luciani”.


Luego realizó el rezo mariano del Ángelus.

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