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Cuando el Cielo Miró para Otro Lado

  • Foto del escritor: Canal Vida
    Canal Vida
  • 18 abr
  • 4 Min. de lectura
La noche en que Jesús sudó sangre y el Señor pareció guardar silencio. El alma del Hijo de Dios se desgarró en un jardín silencioso. Mientras sus amigos dormían, Cristo oraba, temblaba, sudaba sangre… y el cielo no respondía. ¿Dónde estaba el Padre cuando su Hijo más lo necesitó?
Jesús en Getsemaní
Jesús en el monte de los olivos, donde sintió el silencio del Padre.

Getsemaní no es una palabra cualquiera. Es el nombre de un jardín, sí, pero también es el nombre del abismo interior. Un lugar sagrado, pero también sombrío. Allí comenzó la Pasión. Allí comenzó la soledad de Jesús. Allí, el Maestro lloró con la voz, con la piel… y con la sangre.


Jesús había cenado con sus discípulos. Les había lavado los pies. Les había hablado de amor, de servicio, de entrega. Pero ahora estaba solo. Nadie lo entendía. Nadie lo acompañaba. Ni siquiera sus amigos más cercanos.

Pedro Kriskovich
LOS AMIGOS DORMIDOS

Les pidió algo simple: “Quédense aquí y velen conmigo”. Pero no lo hicieron. Pedro, Santiago y Juan, los que lo habían visto transfigurado, los que juraban seguirlo hasta la muerte… se durmieron. No una, sino tres veces.


El Hijo de Dios sudaba sangre. Y ellos roncaban.



EL SUDOR QUE VOLVIÓ SANGRE

El Evangelio de Lucas es el único que describe el detalle más brutal:

“Entró en agonía, y oraba con más insistencia. Y su sudor se volvió como gotas de sangre que caían al suelo.” (Lc 22, 44)

Ese fenómeno existe. Se llama hematidrosis, y ocurre cuando una persona sufre un nivel extremo de angustia. Los vasos capilares de las glándulas sudoríparas se rompen, y la sangre se mezcla con el sudor.


Jesús no lloró simbólicamente. Sangró de angustia.

GIN
UN PEDIDO QUE NO FUE ESCUCHADO

Jesús oró con una súplica temblorosa:— “Padre, si es posible, que pase de mí este cáliz…”

No estaba haciendo teatro. No estaba hablando en parábolas. Estaba rogando.

Rogando no morir. Rogando no sufrir. Rogando no ser abandonado.


jESÚS ORANDO
Jesús le pidió al Padre no pasar por esa prueba.

Pero no hubo respuesta. No cayó un rayo del cielo. No apareció un ángel con una espada de fuego. No bajó el Padre a consolarlo. El cielo estaba mudo.



“NO SE HAGA MI VOLUNTAD”

A pesar de ese silencio brutal, Jesús dijo la frase que partió el alma del mundo: “Pero no se haga mi voluntad, sino la tuya”.


Fue en ese instante donde el cielo decidió no intervenir. Y el infierno comenzó a acercarse.

El amor de Jesús no se probó en la cruz. Se probó en Getsemaní. En la obediencia sin consuelo. En el silencio sin señal. En la entrega sin aplauso.

DONA
LA PRESENCIA QUE NO SE SIENTE

Todos, alguna vez, hemos sentido lo que Jesús vivió esa noche. Esa sensación de orar y no ser escuchado. De pedir ayuda y encontrar silencio. De gritar… y que el cielo mire para otro lado.


Pero Getsemaní nos enseña que el silencio de Dios no es ausencia. Es misterio. Es pedagogía. Es la preparación para un amor más grande.



EL JARDÍN DONDE EL MAL ACECHA

En Getsemaní también estaba Judas. El discípulo que conocía el lugar. Que sabía dónde encontrar a Jesús. No lo buscó en el templo. No lo buscó en el mercado. Lo fue a buscar al lugar de la oración.


Y lo traicionó con un beso. No una espada. No una lanza. El beso que hiere más que cualquier arma. El gesto que debería haber significado amor… convertido en puñal.


bESO DE jUDAS
El beso de Judas, el "acto de amor" transformado en traición.
PEDRO, LA ESPADA... Y LA CONFUSIÓN

Pedro, que siempre actuaba antes de pensar, sacó su espada e hirió a un sirviente. Pero Jesús no permitió la violencia.


Le dijo:— “Guarda tu espada. ¿Acaso no he de beber el cáliz que el Padre me ha dado?”.

Otra vez, la obediencia. Jesús no huyó, no luchó, no se rebeló. Se entregó.



GETSEMANÍ: LA PIEDRA QUE APLASTA EL ALMA

En hebreo, “Getsemaní” significa “prensa de aceite”. Un lugar donde las aceitunas se aplastaban hasta que soltaran su esencia.


Eso fue lo que ocurrió con Jesús. Fue aplastado por el peso de la angustia. Y de esa presión salió su amor más puro.

cASA bETANIA
¿DONDE ESTABA EL PADRE?

La gran pregunta que nace en esta noche es: ¿Por qué Dios no respondió?¿Cómo puede un Padre ver a su Hijo temblar, sangrar y sufrir… y quedarse en silencio?


La respuesta no es racional. Es espiritual. Dios no lo abandonó. Pero eligió que Jesús pasara por la noche, para salvar nuestras noches.


El Padre no miró para otro lado por indiferencia. Sino porque era parte del plan eterno. Porque el amor, cuando es perfecto, pasa por la cruz.

mARIANO mERCADO
EL JARDÍN QUE ABRIÓ EL CALVARIO

Muchos creen que la historia de la salvación comienza en el Gólgota. Pero no. Comienza en Getsemaní.


Allí se decidió todo. Allí, Jesús dijo “sí” sin garantías. “Sí” sin aplausos. “Sí” sin sentir el consuelo de su Padre.


Y ese “sí” cambió el destino del mundo.

sANTERIA
CONFIAR EN EL SEÑOR HASTA EL FINAL

Hoy, cuando el cielo parece callar, cuando sentimos que nuestras oraciones no tienen eco, recordá Getsemaní.


Recordá que incluso Jesús tembló. Que incluso Él pidió que no doliera. Pero eligió confiar.

Y en ese gesto, silencioso y sangrante, salvó al mundo.

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